En algunas veredas de Buenaventura pareciera que nunca hubiera llegado la bombilla eléctrica patentada por Thomas Alva Edison. Aún hoy, la red eléctrica nacional no puede abastecer a Punta Bonita y Punta Soldado. Sin embargo, dos sistemas de energía solar están cambiando la vida de cientos de personas.

Durante años las comunidades de Punta Bonita y Punta Soldado (Valle del Cauca) se acostumbraron a depender de la vela o de pequeñas plantas diésel que les brindaban electricidad durante escasas horas y a las cuales muy pocos tenían acceso. Esto truncó el desarrollo de las poblaciones que, además, veían perjudicada su principal actividad económica: la pesca.

No contar con una cadena de frío para conservar el pescado traía como consecuencia que se incurriera en elevados gastos en compra de hielo y en el combustible necesario para traerlo en lancha desde el puerto hasta las veredas (trayectos hasta de una hora). También, el poco tiempo que duraba congelado el producto hacía que tuvieran que venderlo a cualquier precio. “A lo que les diera la gana comprarlo. Era preferible poco dinero a que se pudriera el pescado y no pudiéramos tener así sea 10.000 pesos que compensaran las largas jornadas de pesca”, asegura Flor María García, tesorera del concejo comunitario de Punta Bonita.

Sin embargo, el panorama cambió gracias al Programa de Energía Limpia para Colombia de USAID. En las veredas se implementaron dos de los sistemas de paneles solares más modernos de Colombia, que abastecen las necesidades básicas de los pobladores y que permitieron impulsar los ingresos derivados de la pesca.

CALOR QUE REFRIGERA
En los techos del centro de acopio de pescado de Punta Bonita hay 32 paneles solares que alimentan 36 baterías. La energía almacenada permite el funcionamiento de 10 congeladores donde los pescadores y piangueras del Consejo Comunitario del río Cajambre pueden refrigerar sus productos.

UN PUEBLO QUE ADMINISTRA SU ENERGÍA
En Punta Soldado se construyó una central de energía híbrida (solar/diesel) que permite darles energía eléctrica a los 363 habitantes de la isla. Lo más innovador es que cada casa cuenta con un medidor y una tarjeta prepago que permite comprar la electricidad a la Junta Administradora del Servicio de Energía, una organización creada por la misma comunidad. Un proyecto de cerca de 2.000 millones de pesos financiado por USAID y Celsia.

Tomado de Semana Sostenible

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