En el 2018 el consumo de energía en Estados Unidos creció un 3.3%. Aunque las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron 2.5%, solo el 0.6% del dióxido de carbono se originó en plantas generadoras de energía.
Dado que el crecimiento del consumo energético en Estados Unidos fue mayor al incremento del PIB, que aumentó 2.9%, quedó un déficit de productividad de energía de 0.4% que hizo que muchas personas se pregunten a qué se debió el abrupto crecimiento en el consumo.
La respuesta está en las narices de los negacionistas del cambio climático en Estados Unidos que argumentan, con la persuasión maquiavélica de un brujo en un auditorio lleno de científicos, que el ser humano no es el principal responsable del calentamiento global.
Aunque un año de registros no es suficiente para afirmar que existe una tendencia o una correlación, las estadísticas del informe Sustainable Energy in America Factbook apuntan a que fue el clima extremo lo que hizo subir el consumo de energía, pues el sector industrial y de construcción demostraron que fue un año récord en calefacción y enfriamiento de hogares.
A pesar del aumento en el consumo, el 2018 fue un año muy positivo para la transición energética en Estados Unidos. Se reafirmó, una vez más, que los generadores están usando recursos diversos y cada vez más limpios. En cuanto a energías renovables, estas ocupan ya el 18% de la matriz, casi a la par que la energía nuclear, que aporta 19% de la electricidad.
El informe pone al gas natural como la fuente que más protagonismo ha ganado en la última década, al pasar de representar el 25% del mix energético en 2008 al 35% a finales del año pasado. También hay que considerar el impacto de la eficiencia energética, que toca a todos los sectores productivos en la economía y al actor más importante, el hogar.
Según Lisa Jacobson, presidente del Consejo de Negocios para la Energía Sostenible en Estados Unidos, quienes realizan cada año el informe citado junto a Bloomberg New Energy Finance, “al analizar el lado de la demanda y de la oferta lo que se ve es un sistema eléctrico que está descarbonizándose”. En efecto, continúa la caída del carbón en la matriz, que ahora aporta el 27% de los recursos energéticos, el nivel más bajo en la era posterior a la segunda guerra mundial.
Todo esto invita a pensar que, a pesar de la retirada de los Estados Unidos de los Acuerdos de París sobre cambio climático, el gigante norteamericano no anda suelto y sediento de combustibles fósiles para quemar sin ley federal que se lo prohiba o lo regule. Si bien el gobierno federal ha vuelto más laxas las leyes que regulan el uso de combustible en el sector transporte y los impuestos que deben pagar los vehículos heavy duty, hay todo un manto de normativas que, desde el nivel local y regional, señalan el camino que debe tomar la industria.
Dice la señora Jacobson que lo anterior tiene sentido ya que el modo en que se genera y se usa la energía es muy local. Por ello, en parte, es que los estados y las localidades se han encargado de liderar el diseño de políticas energéticas sostenibles. California, por ejemplo, anunció que buscará una matriz 100% renovable. Por otra parte Nevada, Nueva Jersey y Nueva York elevaron sus metas en renovables, eficiencia y sistemas de almacenamiento de energía.
Sin embargo, la experta y representante gremial opina que el nivel federal podría ayudar alineando las políticas en todos los niveles de gobierno. En cuanto al diseño de políticas exitosas, considera esencial que estas se piensen “a largo plazo para que respondan a los ciclos de inversión de la comunidad de empresarios y que permitan flexibilidad; sobre todo, que no excluyan tecnologías distintas a la solar y la eólica.”
Aunque son cada vez más los republicanos que demuestran su interés en retomar la conversación de la lucha contra el cambio climático, por el momento, Jacobson advierte que lo que hay es incertidumbre.