A oscuras vivían los casi 100 niños wayuu del internado indígena en Kamushushiwow, en área rural de este Municipio de la Alta Guajira.
Esa era la cotidianidad del lugar, dice la Coordinadora de Disciplina, Yoryanis Pana, y explica que para alumbrar el baño, el comedor, la cocina y los dormitorios, cuando los internos se levantaban a las cuatro de la madrugada, tenían que usar pequeñas lámparas o velas para no tropezarse y ver dónde estaban las cosas.
“Era una situación triste. Sin luz eléctrica se limitaban nuestras actividades escolares, además de las labores diarias en el internado”, manifiesta Pana.
La falta de energía no les permitía, tampoco, tener refrigeradores o neveras, por lo que los alimentos perecederos debían consumirlos rápidamente o se dañaban. “Los niños no sabían lo que era un jugo helado”, dice la docente.
Cambios total
Desde la semana pasada todo cambió con la instalación de un Sistema Fotovoltaico de Energización y de Refrigeración Escolar, un nombre largo que los menores wayuu no saben exactamente qué es, pero si lo que representa en sus vidas.
Ahora ya tienen luz en los cuartos, los baños, la cocina, el comedor y, sobre todo, en la biblioteca, donde estudiaban solo mientras el intenso sol de La Guajira se asomaba. “La alegría llegó al internado, pueden hacer de todo ahora sin preocupación, guardar la comida, tomar jugos helados y estudiar hasta las ocho o nueve de la noche en la biblioteca”, afirma, con evidente alegría, Yoryanis Pana.
También pueden usar los equipos de informática que permanecieron guardados 3 años, tras ser donados por diferentes instituciones.
Destaca la profesora que la dotación de refrigeradores y congeladores que funcionan con energía solar permitirá una alimentación escolar diferente, contribuirá a que aumente la calidad educativa porque ayudará a una sana alimentación y a que disminuyan los índices de deserción escolar, que era alta debido a la falta de luz.
Otros beneficiados
No solo a estos 100 niños les cambió la vida, sino a otros 2.000 estudiantes y docentes por la instalación de cinco Sistemas Fotovoltaicos en los centros educativos rurales de Kasumana, Kasutalain, Walakari y Jurura, en los municipios de Uribia y Maicao.
Ahora todo es diferente: los nombres de los colegios cambiaron, pues ahora son Centros Etnoeducativos Interactivos Rurales; también la dieta, porque con los nuevos equipos han podido consumir leche, queso, yogures y pollo.
En la inauguración en Kamushushiwow uno de los más contentos era Enrique Torres Pana, estudiante del grado noveno: “Gracias a la USAID y Cerrejón tenemos un gran proyecto con paneles solares, con los cuales podemos satisfacer una de nuestras necesidades primordiales. Esto significa mucho para nosotros y podemos rendir más académicamente y mejorar nuestra calidad de vida”.
La iniciativa de instalar esta fuente de energía limpia fue del Sistema de Fundaciones de Cerrejón, en alianza con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID, y el Programa de Energía Limpia para Colombia.
“Estas limitantes provocaban el desaprovechamiento de las herramientas tecnológicas complementarias para el aprendizaje, la pérdida de alimentos perecederos en los restaurantes escolares debido a la falta de la cadena de refrigeración y la falta de iluminación adecuada para el desarrollo de las actividades académicas”, afirma Janet Daza, directora de Sistema de Fundaciones de Cerrejón.
José Eddy Torres, director del programa de Energías Limpias para Colombia de USAID, dijo que “es un placer poder trabajar con las comunidades” y destacó que una firma de ingeniería local haya dado su apoyo para facilitar el mantenimiento de los sistemas, asegurando así la sostenibilidad del proyecto”.