
Por Juan Daniel Correa – para Energía Limpia y Música Creativa de Colombia
Hay experiencias que trascienden. Festivales que no solo se disfrutan, sino que se sienten como un momento colectivo de transformación. Así fue el Festival Estéreo Picnic 2025.
Un espacio donde la música se encontró, otra vez, con la sostenibilidad. Donde el arte y el compromiso ambiental dejaron de ser discursos paralelos para fundirse en una misma emoción. Donde un mundo distinto dejó de ser un lema para convertirse, por unos días, en una posibilidad real.
Emitiendo desde Energía Limpia y Música Creativa de Colombia, esta nota surge de territorios que he transitado por años, y que hoy se conectan: tómenla con un puente entre la música y la sostenibilidad. El arte —y este festival es una prueba hermosa de ello— tiene la capacidad de tocarnos el alma y movilizarnos. El FEP 2025 no solo me emocionó. Me comprometió aún más.
🌍 Un paso histórico para Colombia
La gran noticia, justo semanas antes de que se abriera el telón, fue que el Festival Estéreo Picnic, en su edición 2024, marcó un hito para Colombia: compensó su huella de carbono. Más de 2.400 toneladas de CO₂, generadas por artistas, producción, montaje, transporte y asistentes, fueron medidas y compensadas con créditos certificados, en un proceso auditado por ICONTEC y respaldado por estándares internacionales.
Este logro fue posible gracias al trabajo conjunto de Páramo Impacta —el equipo que lidera la visión sostenible de los eventos de Páramo Presenta— y de Creatividad en Acción, la agencia de comunicaciones sostenibles que dirijo, encargada de construir puentes, articular alianzas y dar visibilidad a los procesos que hacen posible que la sostenibilidad deje de ser una promesa para convertirse en una acción concreta.
La compensación se realizó a través de The Community Forests, una alianza entre Yauto, Carbo Sostenible y Terra Commodities, que impulsa proyectos de conservación liderados por comunidades indígenas en el Caquetá y el Amazonas. Los verdaderos protagonistas de esta historia son los pueblos Andoque, Huitoto y Muinane, quienes han protegido el bosque durante generaciones.
Son ellos —las comunidades indígenas— los legítimos dueños de los proyectos y los titulares de los créditos de carbono. Gracias a ese liderazgo, hoy estos territorios no solo se conservan: generan recursos reales que fortalecen la salud, el acceso al agua, la vivienda, la educación y proyectos productivos que se desarrollan en armonía con el ecosistema. Es una apuesta por la vida y por la autodeterminación, en la que las comunidades no solo preservan su territorio, sino que avanzan en la realización de sus propios planes de vida.
En particular, este trabajo se lleva a cabo junto a las comunidades de los resguardos indígenas de Monochoa, Puerto Zábalo y Los Monos, y CRIMA Predio Putumayo y Andoque de Aduche, ubicados en los departamentos del Caquetá y el Amazonas. Ellos son los guardianes del bosque y los verdaderos héroes de esta historia. A ellos les debemos respeto, alianza y gratitud.
🎥 En las pantallas del festival se proyectó un video, realizado por el gran Niko Jacob, que contó esta historia:
Desde la pista de baile hasta la selva más profunda: así se vive la sostenibilidad cuando se crea con respeto, se cuida con raíces y se construye en equipo. Entre todos estamos haciendo arte profundo y protegiendo lo que más importa: la vida en el planeta.
🌱 2025: seguimos por ese camino
Para esta edición 2025, también estamos trabajando para lograr la compensación de la huella de carbono. Actualmente se adelanta el proceso de medición, y una vez concluido, esperamos compartir una nueva buena noticia.
El compromiso está firme. Y parte de una convicción profunda: creemos en la Economía Ambiental como una vía para construir soluciones reales, sostenibles y compartidas. No seguimos ambientalismos a ultranza ni abrazamos fanatismos que paralizan. Sabemos —con los pies en la tierra— que eventos como este generan un impacto. Pero precisamente por eso lo compensamos: porque es posible hacerlo de forma responsable, con rigor técnico y sentido social.
Y lo hacemos donde más importa: en territorios vitales para el planeta y sus comunidades. En la Amazonía colombiana, en el Caquetá y el Amazonas, donde habitan los verdaderos Guardianes del Bosque. Allí, cada crédito de carbono no es solo una cifra: es una oportunidad para conservar el ecosistema, fortalecer la vida comunitaria y sostener un modelo que respira equilibrio.
Aquí no hablamos de mundos perfectos. Hablamos de mundos distintos; mundos posibles. Mundos donde ganan la ciudad, los artistas, la música, la biodiversidad y las comunidades. Mundos donde la sostenibilidad no es un concepto, sino una práctica en marcha. Mundos que también son nuestros.
🎶 El FEP también es música. ¡Y qué música!
Y pasando al plano musical —ese que nos toca las fibras más profundas y que, en el fondo, es el que nos convoca— comparto, entre muchas sensaciones y emociones, algunos momentos que viví y que aún resuenan. Más allá del fan que habita en mí, el FEP 2025 fue, musicalmente, una verdadera maravilla. Esto fue algo de lo que me sorprendió, me conmovió y me hizo vibrar:
Benson Boone fue de lo más impactante que he visto en años. No solo canta con una fuerza brutal emulando a Freddie Mercury, sino que da botes, conecta y emociona.
Olivia Rodrigo lo entregó todo en el escenario. Un show poderoso, emotivo y lleno de conexión. Bogotá le devolvió el alma entera, y ella —como lo expresó con genuina sorpresa— fue quizás la más impactada por la energía de esta ciudad. Basta con darse una vuelta por las redes para ver las mil y una sensaciones que dejó su presentación. Acá compartimos una, al azar, como testimonio de esa noche inolvidable:
Empire of the Sun nos llevó lejos. Muy lejos. Incluso más allá de este mundo. Fue un show de una hora, completo de principio a fin: potente, desbordado, visualmente hipnótico. De esos espectáculos que te sacuden, con todo lo bueno —y lo incómodo— que trae el arte profundo. Ese que no siempre tiene miramientos morales, ni busca caerle bien a todos.
Lo esperaba hace una década. Aún tenía en mi memoria su presentación anterior en el FEP 2015, la que viví junto a Charles King, “el palenquero fino”, leyenda de la champeta colombiana, con quien he compartido escenario y camino, como manager, durante más de veinte años —y con quien, por cierto, ya hemos tocado en el FEP en dos ocasiones, la última en 2018. Ya va siendo hora de volver.
Recuerdo que, en esa primera vez, después de un show tremendo, el cantante —en ese entonces con el pelo corto y rubio— cerró la noche rompiendo su guitarra al estilo Hendrix o Cobain. Charles se ofendió profundamente, y no fue el único. ¿Por qué alguien que vive de la música, que hace de su instrumento una extensión del alma, lo destruye así? Me costó años procesarlo.
Y esta vez, en 2025, la historia se repitió, pero elevada a una potencia mayor. Luke Steele, ahora con el pelo largo y negro más allá de los hombros, ofreció un espectáculo arrollador de vestuario, escenografía y teatralidad. Cerró con una guitarra contramarcada con frases como “Flow Colombia”… y la volvió a romper. Ovación para unos. Desaire para otros. Así es el arte. Así son los artistas.
¿Y qué decimos desde la sostenibilidad? Tal vez podríamos imaginar campañas donde, cada vez que un artista rompe una guitarra, se donen tres, cinco o diez a jóvenes que las necesitan. Pero que el gesto no se vuelva incentivo, sino símbolo de algo más. No lo sé.
Lo que sí sé es que esto —todo esto— hace parte de lo que llamamos un mundo distinto. Un mundo imperfecto, sí. Pero profundamente real. Y profundamente nuestro.

Imagen tomada de Dod Magazine
Y más:
Justin Timberlake trajo una banda impresionante, muy buen sonido, mucho estilo. Sin duda una grata sopresa.
Astropical, el nuevo proyecto de Bomba Stéreo y Rawayana, muy sábroso. Se ha quedado corazón adentro.
Beck, hermoso. Clásico. Legandario. Un show que reconfirma por qué algunos artistas nunca pasan de moda.
Teddy Swims, ¡Bacano! Cercano, generoso en escena.
Alanis Morissette, ¡Poderosa! Una voz que sigue atravesando generaciones.
Arde Bogotá, interesante. Apenas los alcancé, pero lo poco que vi dejó rastro.
Tool, ¡Sobrecogedor! Puro viaje sonoro y visual.
Justice, luminoso y potente.
Y Rüfüs Du Sol, envolventes. Difícil sacárselos del cuerpo y el alma. Con ellos cierro este apartado, con un concierto maravilloso desde otras latitudes – Joshua Tree – que hace soñar y nos deja soñando con el sueño de un FEP vivo:
Esto es solo algo de lo que me quedó. Porque, al final, cada quien vivió su propio FEP. En un mundo distinto, lo que más abunda son las visiones distintas. Y eso también es parte de la magia.
Una constelación de sonidos, géneros y generaciones. Cada cual armó su propio lineup emocional. El mío, sin duda, se queda para siempre.
♻️ La sostenibilidad también se baila
El Festival Estéreo Picnic sigue dando pasos decididos hacia la sostenibilidad. Y eso se vive. Se nota. Y se agradece. Porque más allá de la compensación —que también está en marcha para esta edición—, lo que vimos fue un festival que no pretende ser perfecto, pero sí cada vez más consciente. Un festival que camina, que transita. Como la palabra lo indica: en transición (como debe ser también la energética). Sin dogmas, sin absolutos. Pero con pasos que cuentan. Y con pasos que suman.
Recorrí varios de los 135 puntos ambientales del festival, y fue inspirador ver el trabajo de los eco guardianes: informaban, guiaban, motivaban. Vi a asistentes separando residuos correctamente, sin que nadie los obligara, simplemente porque entendieron. Esa es la sostenibilidad que permanece: la que se aprende, no la que se impone.
Usé uno de los vasos reutilizables, y noté el esfuerzo por recuperar los de ediciones pasadas para darles nueva vida. Esa idea de volver a circular los objetos, de darles un nuevo ciclo en lugar de desechar, es coherente con todo lo que promovemos desde Energía Limpia.
Agradecí especialmente una acción sencilla pero significativa: los baños separados entre hombres y mujeres. Un gesto que puede parecer menor, pero que brinda tranquilidad —sobre todo a ellas— y habla de cuidado, de respeto, de detalles que también construyen bienestar.
Y al llegar a la Aldea Páramo Impacta, además de encontrar educación ambiental viva, ideas circulando y conversaciones que dejan huella, sentí algo importante para mí y para Energía Limpia: ahí estaba la generación solar. Una pequeña instalación, sí. Pero poderosa. Una señal clara de hacia dónde podemos ir.
Es un avance concreto, firme. Que ojalá en futuras ediciones se amplíe. Que inspire a medir, a mejorar, a optimizar. A imaginar un FEP que, paso a paso, transite hacia el uso de energías limpias y adopte prácticas de eficiencia energética que hagan del festival no solo una fiesta, sino también un modelo.
No se trata de parecer sostenibles. Se trata de serlo. En movimiento. En acción. Y con alegría.
✨ La fuerza de unir dos mundos
Para mí, este festival fue mucho más que una producción o una causa. Fue la oportunidad de volver a juntar dos mundos que me definen: la música y la sostenibilidad.
Dos lenguajes que se abrazan cuando hay propósito. Que se potencian cuando hay sensibilidad. Y que nos transforman cuando se encuentran.
🌎 Un mundo distinto, cada vez más nuestro
Un mundo distinto no es una fantasía. Es este. Es hoy. Es cada paso que damos para que las cosas sean mejores. No perfectas. Mejores.
Desde Energía Limpia y Música Creativa de Colombia, celebramos lo que se logró en 2024. Acompañamos lo que se está haciendo en 2025. Y apostamos por lo que viene: más arte, más territorio, más vida.
Gracias a quienes lo hicieron posible.
Gracias a quienes lo vivieron con emoción y compromiso.
Gracias a quienes creen —como yo— que un festival puede ser más que música.
Puede ser también una semilla.
Una acción.
Una historia compartida.
Un mundo distinto que ya estamos creando.
¡Qué viva la música!, ¡Qué viva la Sostenibilidad! y ¡Qué viva el Festival Estéreo Picnic!