La manufactura de productos ha sufrido diversos cambios sustanciales a lo largo de la historia. Hoy somos parte de un nuevo cambio -la industria 4.0- y el sector energético no puede ser indiferente, por el contrario debe tomar ventaja.
La Primera Revolución Industrial se produjo en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando las fábricas comenzaron a emplear máquinas de vapor que permitieron realizar labores de exigencia física de una manera más sencilla y contribuyeron a implementar procesos repetitivos que mejoraron la productividad y redujeron los costos de fabricación.
La Segunda Revolución Industrial tuvo lugar a finales del siglo XIX con la introducción de la energía eléctrica en las líneas de producción, mejorando la eficiencia y dando lugar a la manufactura en masa.
La Tercera Revolución Industrial, en las décadas de los 70 y 80, empleó la electrónica y las tecnologías de comunicación permitiendo el desarrollo inicial de procesos de automatización, incrementando una vez más la productividad.
Hoy en día, la Cuarta Revolución Industrial nos presenta la oportunidad de contar con manufactura “digitalizada” e interconectada, mediante el empleo de elementos como el Internet de las cosas (IoT), el Big Data, el concepto de Blockchain o la Realidad Aumentada. En ese sentido, la Industria 4.0 se refiere a las empresas que basan sus actividades en las herramientas descritas y cuentan con la capacidad de desarrollar procesos altamente automatizados y conectados , permitiendo la adaptabilidad y toma de decisiones de manera rápida.
¿Cómo este fenómeno puede contribuir a la energía limpia y sostenible?
Del lado de las energías renovables existen desafíos de integración en sistemas eléctricos, particularmente en relación con el balance de carga de la red. La gestión de sistemas con una cantidad notoria de energía descentralizada, requerirán de operaciones transaccionales a tiempo real en un mercado hiperconectado. La mejor manera de hacer frente a estos nuevos retos es introduciendo estas tecnologías digitales.
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El acceso a energía contará con más herramientas que permitan monitorear y atender las fallas de los sistemas remotos con mayor agilidad. La aparición de esquemas de cobro de la energía como el prepago, le facilitará las transacciones al usuario final. Ambos factores serán claves para reducir costos de operación y mantenimiento de los sistemas.
De forma similar a las renovables, la eficiencia energética se verá incrementada significativamente gracias al empleo de tecnologías que permitan la gestión energética detallada de los procesos industriales. La definición y seguimiento de variables a tiempo real y el uso de analítica de datos, facilitarán la toma de decisiones adecuada y eficazmente, optimizando progresivamente el consumo energético.
Los Sistemas de Gestión de la Energía se posicionan en la industria, ya que la identificación, monitoreo y administración de sus procesos serán cada vez más automatizados. Por otro lado, se empoderarán los usuarios residenciales, ya que podrán gestionar sus consumos -y producción de energía- con mayor facilidad y autonomía. De esta manera, la respuesta de la demanda contribuirá a la estabilidad y balance de los sistemas eléctricos.
La transición hacia la energía limpia y la Industria 4.0 comparten características relevantes: ambas están ligadas y afectadas por el desarrollo de innovaciones tecnológicas; dependen de la implementación de nuevas infraestructuras; requieren de nuevas y novedosas reglamentaciones que se adecuen a sus necesidades y velocidad de cambio; y son posibles motores de nuevos modelos de negocio y emprendimientos.
Es evidente que la energía y sus usos han sido catalizadores de las tres primeras revoluciones industriales. La cuarta, beneficiará sin duda al sector energético, brindándole las herramientas tecnológicas que permitirán su transformación.