La ciencia trabaja de maneras misteriosas. Una de ellas es desafiando los límites de la naturaleza. Eso hicieron los últimos ganadores del Premio Nobel de Química, quienes recibieron el galardón por “mejorar” algunas proteínas que son indispensables para los humanos.

Frances Arnold, George Smith y Gregory Winter, tres científicos con trayectorias distintas, trabajan con la materia de la vida, los genes, “para desarrollar proteínas que resuelven los problemas químicos de la humanidad”, según dijo el comité del Nobel.

biocombustibles
Producción de biocombustibles. Foto: Nueva Mujer

Su enfoque se deriva de los principios de la evolución: a medida que pasa el tiempo la genética de las especies cambia y la naturaleza selecciona aquellas combinaciones que mejor se adaptan a su entorno. Llevado al laboratorio, ese entendimiento hace posible experimentar con genes para encontrar la combinación más eficaz a la hora de solucionar problemas de la vida diaria.

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Arnold, investigadora del Instituto Tecnológico de California, logró aumentar en 256 veces la eficiencia de la enzima subtilisina, encargada de descomponer la caseína, una proteína que se encuentra en los lácteos.

Para hacerlo modificó los genes que determinan a la subtilisina y encontró que si los alteraba de cierta forma podía mejorar su rendimiento.  Gracias a la versión mejorada de la subtilisina ahora es posible producir materiales “completamente nuevos”, que mejoran los biocombustibles y los productos farmacéuticos.

Smith trabaja en la Universidad de Missouri y Winter en el Laboratorio de Biología Molecular de Inglaterra. Desde hace más de tres décadas ambos trabajan con las bacterias, modificando su ADN para producir anticuerpos, un tipo de proteínas que sirven precisamente para protegernos de bacterias o parásitos que son dañinos a la salud.

Ganadores Nobel de Química 2018. Foto: Hipertextual

Ellos ayudaron a pavimentar el camino que luego recorrerían las farmacéuticas para desarollar un nuevo tipo de medicamentos basados en la bioquímica de las bacterias, conocidos como “medicamentos biológicos”. Uno de esos medicamentos, el adalimumab, es común en la lucha contra el artritis.

Vía El Tiempo

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