El maestro Marco Fidel Rocha, tras  años de escribirle a los adultos, se aventura a contar historias para los más pequeños 

María y Sofía

Una buena noche Sofía y María no lograban dormirse. Estaban preocupadas porque no llegaba a la casa la energía que prendía los bombillos, la estufa, el calentador, la televisión y el computador.

María le preguntó a Sofía:

“¿Sofi, tú me puedes contar cómo el viento y el sol sirven a la humanidad para producir energía sin hacerle daño a la naturaleza?

Dijo Sofía:

“¡Claro, María! Con mucho gusto te hablaré sobre la Energía Eólica que es la que produce el viento. Recuerdas que cuando fuimos a vacaciones desde lejos veíamos unas torres altas con unas hélices que se movían con la fuerza que producía el viento, pues bien, María, esto es lo que se llama la Energía Eólica. Se produce aprovechando esta fuerza; el movimiento se convierte en energía eléctrica. ¿Te acuerdas que en Holanda hay muchos molinos de viento? Pues, bien de allí nace el desarrollo de esta clase de energía.

Es una energía que no se agota como la gasolina, ni se vence, tiene muchas cualidades, está en nuestra naturaleza y es abundante. Además, está disponible en diversos lugares del mundo, especialmente donde soplan vientos fuertes, generalmente en las cimas de las montañas”.

María le pregunta:

“¿Y eso ocupa mucho espacio y es contaminante como otras fuentes de energía?” 

Sofía:

 “No María, no ocupa mucho espacio, por el contrario, es mínimo el espacio que necesita y es limpia como la energía del sol. No produce gases que nos enferman, ni residuos que afectan nuestra salud”.

María:

Sofi, ¿y esas torres no se dañan con el viento?

Sofía responde:

“Ellas tienen una vida muy larga y lo que hay que pagar por ellas, así como mantenerlas en buen estado tienen unos costos bajos”.

María:

“Algo malo deben tener”

Sofía:

“Sí, María. El viento no siempre sopla, ese puede ser uno de sus inconvenientes. Otro aspecto, es que la energía no se puede guardar sino que debe ser utilizada de manera inmediata y lo último que supe es que algunas aves no pueden ver las palas giratorias y pierden su vida al chocar con ellas”.

María:

“Sofi, y de lo bueno ¿tú qué sabes?”

 Sofía:

“Pues, como te comenté esta energía es muy limpia y no contamina el ambiente, lo otro es que en los sitios donde están los parques que reúnen varias torres son muy bellos y se ven desde largas distancias.

Ahora tú cuéntame de la energía solar, tú estabas leyendo sobre la energía del sol ayer en un libro que sacaste de la biblioteca del colegio como es tu costumbre desde que entramos a estudiar”.

María:

“Pues bien, Sofi, el sol nos da energía que produce calor y se convierte en electricidad. No sé si tú has visto los llamados “paneles solares” o “celdas solares” que transforman la energía del sol en energía eléctrica. Recuerda que cuando viajamos, mi mamá Ana María, nos mostró en un gran potrero celdas solares y que nos comentó que muchos de los aparatos de nuestras casas o en fábricas o en almacenes, pueden aprovechar la electricidad que nos facilita el sol”.

Sofía:

“¿Y qué ventajas nos ofrece la energía del sol?”

María:

“El sol siempre lo tendremos y es una fuente que nunca termina, no hay que gastar ningún recurso de la naturaleza y tampoco realizar transformación. Un panel, por ejemplo, dura entre 30 y 35 años, y en la actualidad es muy barato de adquirir”.

Sofía:

“Y de las cosas que podríamos llamar “malas” ¿qué me cuentas?”

María:

“Los paneles solares afectan el paisaje y dependiendo de la época del año hay más o menos energía, pero igual te cuento que esa energía se puede almacenar y utilizar en épocas de escasez de rayos solares”.

Así, entre los rayos del sol y el soplo del viento, las dos chiquitinas lograron dormirse.